Morelia, Michoacán, a 24 de noviembre de 2020.- Empoderarse es el deseo de “Ana” tras ponerle un alto al maltrato, la violencia que por cinco años vivió de parte de su pareja sentimental. Todo comenzó con celos, hasta que derivó en amenazas a punta de cuchillo en su propia casa, frente a su hijo. Entonces dijo: ¡ya basta!
Su testimonio no es muy diferente a la realidad que viven cientos de michoacanas y mujeres en el país y el mundo, quienes por temor o desconfianza en su gran mayoría no denuncian. Este 25 de noviembre se conmemora el “Día Internacional de la Eliminación de la Violencia Contra la Mujer”. “Ana” ya libró ese tormento. “¿Y las demás?”, se pregunta.
Temor a lo desconocido fue su primera sensación al pedir ayuda a la Secretaría de Igualdad Sustantiva y Desarrollo de las Mujeres (Seimujer), pero con el valor suficiente para sacar adelante a sus tres hijos: la mayor de 22 años, le sigue el de 18 y el más chico de cinco años. Su hija fue quien la envalentó para que lanzara el grito de auxilio.
“Tuve violencia familiar muy fuerte por parte de mi pareja, peleas, gritos, jaloneos; tres días de caos en casa, hasta el domingo fue que decidí parar y salir. Empezó con celos, inseguridades por parte de él, pensaba que yo no podía saludar a alguien porque parecía que le estaba coqueteando”, relató.
“Ana” dejó de frecuentar a su familia, su agresor le marcó la pauta respecto de sus hijos los mayores. La escupía, golpeaba y le impuso la idea de que ella no valía nada sin su presencia, “si no eres mía no serás de nadie”, el acabose. Su mayor miedo era morir en el intento y dejar huérfano a su hijo menor. Nunca lo denunció, hasta que huyó.
Llegar a la Seimujer le dio la fortaleza que necesitaba para seguir adelante, “saber realmente quién eres, qué puedes hacer. Viví violencia, pero ahora me quiero empoderar, porque me siento fuerte para poder hacer lo que quiero ser. Independizarme, ser yo misma”, reflexionó tras el proceso de atención psicológica y de empoderamiento femenino.
Desde su experiencia: un grito es suficiente para saber cómo es la persona, va más allá de lo que aparenta ser. El foco rojo que todas las mujeres deben detectar, llamándolas a su vez para que no se queden calladas, pongan un alto, denuncien y pidan la ayuda necesaria, reconoce que hoy se cuenta con instituciones responsables y sensibles que brindan el apoyo.