Morelia, Mich., 22 de agosto de 2021.- A Aguililla, Buenavista y Coalcomán, se suman Tepalcatepec, cuyos habitantes sufren la violencia generada por grupos criminales antagónicos.
En una Carta abierta a la Organización de las Naciones Unidas, a todos los organismos internacionales de Derechos Humanos y a la opinión pública, señalan que han sido el blanco de los criminales que, sin razón, les han robado a los habitantes la tranquilidad, su ganado, sus cultivos, sus casas, sus alimentos y, en algunos casos la vida.
Aquí la carta completa:
Los habitantes de los municipios de Michoacán sitiados por la violencia, hemos decidido levantar la voz y pedirle a la ONU y a todos los organismos internacionales de Derechos Humanos, que volteen a vernos y en medida de sus posibilidades, intercedan por nosotros para que el gobierno de México haga algo por frenar el escenario de sangre en el que nos encontramos envueltos.
Desde hace dos años, pero con mayor crueldad en las últimas semanas, hemos quedado en medio de una sanguinaria ofensiva entre grupos criminales, en la que por un lado, miles de familias han tenido que abandonar sus hogares y su patrimonio construido por décadas, ante las amenazas, ataques y asedio del crimen organizado.
Por otro, también estamos quienes hemos recibido a esas familias desplazadas y que han huido a diferentes municipios para refugiarse y buscar ayuda humanitaria.
Los municipios de Coalcomán y Tepalcatepec han sido el blanco de los criminales que, sin razón, nos han robado a los habitantes la tranquilidad, nuestro ganado, nuestros cultivos, nuestras casas, el alimento, y en algunos casos la vida.
Como sociedad, hemos sido víctimas, pero también solidarios con nuestros hermanos, ante el abandono de los gobiernos estatal y federal.
Nosotros no somos criminales. Somos seres humanos que en este momento nuestro único alimento y el pan de cada día, son las balas asesinas que también roban el sueño a nuestros hijos.
Cada vez hay menos alimentos y menos posibilidades de salir vivos de esta situación. O nos matan los criminales, o en poco tiempo el hambre y hasta el Covid-19, porque las familias tienen que vivir hacinadas en refugios, bodegas o casas, así que no les sorprenda una masacre.
Cada vez hay menos comida, menos comercios abiertos y más familias que hemos quedado en la desprotección.